martes, 12 de junio de 2012

Aquel viaje eterno.

Hola, hoy tengo un homenaje, porque hace una semana que estaría en Polonia así que he escrito  un pequeño relato. 


Era de noche, pero no podíamos dormir. Todos queríamos pero era imposible, demasiados nervios, demasiada curiosidad y demasiadas sonrisas. 
Al final todos dormimos, aunque poco, para recuperar fuerzas. Pero las sonrisas estaban ahí, puestas, imposibles de quitar. Ya quedaba poco para subirse al avión.
Llegamos al aeropuerto, los nervios estaban a flor de piel aunque ninguno lo reconociera. 
Jugamos a las cartas. Cuando llegamos nos sentamos en el suelo a jugar, una hora o quizás dos. Por fin pasamos dentro, pero tenemos que esperar más. 
Los misterios de Laura salen en la tele. Y más cartas.
Por fin subimos al avión, con mucha hambre a pesar de las galletas. 
Cuando pasan con el carrito de la comida por supuesto que cogemos lo que nos ofrecen. Cuando lo abrimos nos quedamos con la boca abierta. ¡Tortilla de patata! ¡A las seis de la mañana! Intentamos comérnosla, pero es difícil entre tantas risas. 
En el avión también jugamos a las cartas, un nuevo juego. El huevo. El juego. Y más risas, risas nerviosas, soñadoras, risas raras, altas, bajas. Risas.
Llegamos a Franfurt y salimos, cogemos un tren. ¡Estamos en Franfurt! Fotos a todo, las casa, los taxis e incluso a las vigas.
Nos comemos una salchicha, nadie se iría de allí sin probarla, salvo una persona, que prefería el bocadillo de su mamá.
Cuando acabamos volvemos al aeropuerto y jugamos a las cartas, que raro.
Cogemos otro avión que por fin nos llevará hasta nuestra querida Polonia. Otro viaje, más sonrisas y más cartas.
¡Y llegamos! Los primeros, conocemos a Ola, la profesora de inglés. 
Dejamos las cosas en el autobús y vamos a esperar a los demás. Casi una hora después llegan los italianos. "Son pequeños" es lo primero que pensamos todos, lo primero que se nos pasa por la mente además de muchas más cosas. Les acompañamos al autobús y seguimos esperando a los demás. 
Llegan los alemanes, después nos vamos.
Estamos en la última fila, cansados del largo viaje. Pero uno español sigue hablando con la gente, haciendo amigos.
Recogemos a los chicos de Finlandia y comienza el último viaje antes de llegar a nuestro esperado destino.
El viaje más largo, ¡quizás diez años! Cuando estamos llegando lo único en lo que podemos pensar es en llegar y meternos en la cama. 
¡Por fin estamos! Quedamos en enviarnos mensajes por la noche. Y salimos del bus emocionados olvidándonos de nuestro cansancio. 
Y allí empieza la mejor semana de nuestras vidas.